La sociedad actual, a la que la humanidad ha llegado tras un largo camino, se caracteriza por la diversidad. Y si nos detenemos en las grandes ciudades argentinas, notamos su rasgo marcadamente cosmopolita. Sí, no todo ha avanzado al mismo ritmo y en la misma medida.
Sin dudas, el gran desarrollo vivido por las ciudades ha desertificado los lejanos (en tiempo y espacio) pueblitos del interior. Y justamente han absorbido grandes masas poblacionales, para las que evidentemente las posibilidades se vuelven mucho más accesibles y variadas.
Por todo esto, las polis de hoy se asemejan bastante a lo que conocemos como bazares, que, según su concepción enciclopedista, se enmarcan en el ámbito comercial. Pero, como la realidad actual nos acerca bastante al consumismo desenfrenado, tan forzada no parece esta noción.
Ciertamente, estas ciudades-bazar están descritas por la gran heterogeneidad en sus componentes. Desde lo demográfico, hasta lo comercial, cultural y educacional. Y en este sentido, muchas veces el gran surtido conlleva una mezcolanza, cuyo rasgo determinante es la pluralidad.
Cual bazar, en el que encontramos hasta lo impensado, en las grandes urbes contemporáneas es factible hallar infinidad de opciones y oportunidades.
Una ciudad como la Córdoba de hoy, está bañada en esta complejidad. Y por todas las características mencionadas, podemos afirmar que es una ciudad-bazar. En esta Córdoba, todo, o casi todo, es posible. Todo parece al alcance de la mano, y los medios para hacer florecer por doquier. Lógicamente, esta cualidad de bazar, en múltiples ocasiones nos enfrenta a opciones nefastas o insignificantes. Pero también es cierto que en otras nos satisface y engrandece como sociedad.
El crecimiento exponencial de las ciudades modernas, necesariamente debe responder a esas ansias de oportunidad de la gente. Hay que crear, enriquecer y aprovechar las alternativas con que contamos. Aunque es verdad también que el acceso, muchas veces, es una gran deuda pendiente.
Aquí va una postal en movimiento de lo que es posible apreciar día a día en esta hermosa ciudad de Córdoba. O en parte de ella.
Sin dudas, el gran desarrollo vivido por las ciudades ha desertificado los lejanos (en tiempo y espacio) pueblitos del interior. Y justamente han absorbido grandes masas poblacionales, para las que evidentemente las posibilidades se vuelven mucho más accesibles y variadas.
Por todo esto, las polis de hoy se asemejan bastante a lo que conocemos como bazares, que, según su concepción enciclopedista, se enmarcan en el ámbito comercial. Pero, como la realidad actual nos acerca bastante al consumismo desenfrenado, tan forzada no parece esta noción.
Ciertamente, estas ciudades-bazar están descritas por la gran heterogeneidad en sus componentes. Desde lo demográfico, hasta lo comercial, cultural y educacional. Y en este sentido, muchas veces el gran surtido conlleva una mezcolanza, cuyo rasgo determinante es la pluralidad.
Cual bazar, en el que encontramos hasta lo impensado, en las grandes urbes contemporáneas es factible hallar infinidad de opciones y oportunidades.
Una ciudad como la Córdoba de hoy, está bañada en esta complejidad. Y por todas las características mencionadas, podemos afirmar que es una ciudad-bazar. En esta Córdoba, todo, o casi todo, es posible. Todo parece al alcance de la mano, y los medios para hacer florecer por doquier. Lógicamente, esta cualidad de bazar, en múltiples ocasiones nos enfrenta a opciones nefastas o insignificantes. Pero también es cierto que en otras nos satisface y engrandece como sociedad.
El crecimiento exponencial de las ciudades modernas, necesariamente debe responder a esas ansias de oportunidad de la gente. Hay que crear, enriquecer y aprovechar las alternativas con que contamos. Aunque es verdad también que el acceso, muchas veces, es una gran deuda pendiente.
Aquí va una postal en movimiento de lo que es posible apreciar día a día en esta hermosa ciudad de Córdoba. O en parte de ella.
No hay comentarios:
Publicar un comentario